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5 maneras de evitar una relación destructiva

Por: Redacción

Ya van 2 semanas del  2018, pero hay algo que no tienes que olvidar para triunfar como los ganadores.

 

Y esta vez esto tiene que ver con las relaciones de pareja. Igual que en los experimentos que podemos hacer en un laboratorio en los que mezclábamos varios elementos que nos daban reacciones llenas de color y reacciones, había otras que eran muy aburridas o podías ver una catastrófica explosión. Por su parte, la tabla periódica de las relaciones se compone por experiencias, formaciones, personalidades, pero, sobre todo, de neurosis.



Aunque parezca imposible predecir lo que va a ocurrir cuando intimamos con gente nueva, hay varios focos rojos que no debemos ignorar. Si queremos tener un 2018 más sano, producto de las relaciones que formamos, entonces hay que ser conscientes desde un inicio de los siguientes factores:

como evitar relaciones toxicas

 

Este es un punto muy sencillo y básico. Cuando conocemos a alguien, la información que obtenemos empieza a caer como el café en una percoladora; es decir, filtrado y a cuentagotas. Muchas veces nos dejamos llevar por la emoción, el deseo sexual, la novedad y el desparpajo y dejamos pasar detalles que a la larga pueden ser fundamentales. Todo bien mientras sean detalles que se puedan solucionar en un futuro. Las que no podemos ignorar son trozos de realidad imponderables que significan el fin de la relación antes de que empiece.

Me refiero a lo típico: que la persona ya esté en cualquier otra relación (noviazgo, matrimonio, concubinato, etc.); que viva en otro país, que le tema al compromiso, que solo quiera ser amigos, que tengan ideologías contrapuestas, creencias irreconciliables o que la diferencia de edad sea considerable. No importa qué tan fuerte sea la química y la atracción entre ambos, si existe cualquiera de estos factores, y es un problema, no va a esfumarse ni a cambiar.



Tus amistades se oponen o te piden que te cuides

Soy el tipo de hombre que gusta de rodearse de un grupo selecto de personas a quienes deposito mi entera confianza. Como todos, me he llevado grandes decepciones al respecto, por lo que me gusta apreciar la amistad como un vínculo frágil y circunstancial.

 

Pero, a quienes considero realmente mis amigos, sin importar la duración de la amistad, definitivamente los escucho. No es que cuenten con más información, sino que su visión puede tener mayor nitidez al no estar empañada por el asunto, aun cuando sus opiniones se deriven solo de lo que elijo contarles. Por eso, cuando alguno me advierte de un posible riesgo, siempre presto atención a sus preocupaciones. Esto no quiere decir que haya que obedecerlos dogmáticamente, solo entender que sobre advertencia no hay engaño.

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Una de las características de una relación nueva es que se dice una sarta de barbaridades, entre románticas e idealistas, que hacen que sus protagonistas fantaseen con un futuro idílico y feliz. No obstante, si a estas palabras no las respaldan acciones concretas, contables y constantes, pronto todos esos planes se desplomarán como las piezas de una torre de Jenga al quitar uno de sus pilares.

La comunicación tiende a estancarse

Toda relación incipiente pasa por un proceso de ajuste. Es algo lógico y natural. Al final estamos frente a una situación en la que dos desconocidos buscan dejar de serlo. Para ello surgen cuestionarios que más bien parecen formularios para solicitar un empleo y es que, al final, lo son. Ser pareja es un trabajo y uno muy duro. Por esa razón los problemas se tienen que encarar y atender en el momento. Si los desconocemos o nos aferramos a nuestras ideas, está destinada al fracaso. Cuando el intercambio de mensajes y conceptos no se da con naturalidad después de un cierto periodo, es difícil pensar que algo se modificará con el tiempo.

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Alguna vez mi psicoanalista me explicó que las relaciones neuróticas se dan cuando las neurosis específicas de los participantes embonan cual rompecabezas. Por ejemplo, alguien controlador con otra persona que necesita atención. El controlador estará vigilando cada movimiento de su pareja y ésta lo disfrutará en vez de sentirse acosada por el otro.

 

Una de las claves para identificar estos patrones sin tener que ir a terapia —aunque estoy convencido de que es algo que todos tendríamos que hacer todos en algún momento de nuestras vidas— es poner a prueba qué tan fácil resulta abandonar la relación. Con estos conflictos suele asociarse una dependencia que, en muchas ocasiones se comporta parecida a una adicción. Por lo tanto, si a pesar de ser malo o no tan bueno, cuesta trabajo dejarlo, entonces estamos frente a algo de alta toxicidad.