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El asesinato de una estrella de rock que volvió loco a un detective

Por: Redacción

Hace algunos años existió una banda llamada Pantera, que fue uno de los ejes fundadores del metal en esos tiempos, con sus agresivas guitarras y letras un poco violentas, esta banda se colocó como una de las bandas más aclamadas en el género.

 

Pero el despiadado asesinato de Dimebag Darrel no sólo se llevo a un increíble guitarrista del metal, sino que liberó los demonios internos de un hombre que hizo justicia por su cuenta.



 

Una horrible escena en un concierto de metal en donde todo el mundo estaba vuelto loco con la nueva banda de Dimebag y su hermano Vinnie Paul. Entre la multitud se abrió paso un hombre y llego al escenario y de ahí todo se volvió un infierno. El hombre, llamado Nathan Gale disparó a la cabeza de Darrel hasta dejarlo muerto, y así contra algunos asistentes que también perdieron la vida.

 

Pero en medio de toda esta tragedia hubo un héroe que detuvo una matanza que pudo haber cobrado más víctimas. Un valiente policía se enfrentó al asesino, James D. Niggemeyer apareció en el escenario con su arma en la mano, disparándole y matando al hombre que ya había acribillado a Dimebag. El gatillo del policía parecía ser una esperanza en la vida de todos los asistentes, aunque la ilusión murió cuando se dieron cuenta que el famoso guitarrista estaba muerto en un rojo charco de sangre.



 

Niggemeyer, al ver la dolorosa escena y posteriormente la manera en que la ambulancia sacaba los cuerpos del lugar, acudió a la comisaría local a rendir su declaración, para volver a casa con un dolor de cabeza insoportable. Luego de eso, se llevó a cabo el funeral en el que asistieron amigos y familiares del guitarrista, considerado el mejor de su época, aún sobre Zakk Wylde (quien le escribiera una canción póstuma) o Jerry Cantrell con quienes tenía una gran amistad.

 

13 años después, Niggemeyer sigue siendo una especie de héroe del rock, y no por sus habilidades musicales, sino por hacer justicia a Dimebag. La historia no es algo que haga que James se sienta orgulloso, pues esa trágica noche del 8 de diciembre de 2004, fue un episodio que cambiaría por completo la vida de este valiente policía.

 

Después de esta noche James tardó un tiempo en asimilar que había matado a una persona a quemarropa. Años más tarde, le pidió a su superior que le retirara de la patrulla.

 

Comenzó a sentir miedo cuando pasaba por un bar o un centro de espectáculos, sentía que en cualquier momento se registraría un tiroteo y tendría que, de nueva cuenta, asesinar al responsable.

 

Ya no estaba dispuesto a disparar un arma, por lo que acudió a un médico para que le considerara incapaz de continuar su labor y así pudieran moverlo a otra sección. Dicho médico exigió, en pro de sus salud mental, lo retiraran de su cargo. Así, lo ascendieron a detective de robos.

 

«Me diagnosticaron trastorno de estrés postraumático y trastorno de ansiedad severa. Realmente descubrí que no tienes ningún control sobre tu cerebro, va a hacer lo que va a hacer… Los policías somos seres humanos regulares, las cosas nos afectan de la misma manera que afectan a los ciudadanos todos los días y después tenemos que lidiar con las secuelas».

 

 

No es nada fácil vivir con culpa y este sentimiento destruyó la vida de un policía que lo único que quiso hacer esa noche fue su trabajo. Y es que todas las noches era perseguido por su horrible pesadilla, pidiendo perdon a la víctima y al asesino por no haber actuado a tiempo.  No podía olvidar al músico en el suelo, a las otras víctimas agonizando y al asesino siendo controlado por su obvios padecimientos mentales.

 

La gente le decía que había cambiado su carrera, que era un héroe y que seguramente, le lloverían contratos y dinero. Él no quería nada de eso, sólo necesitaba su paz mental de vuelta. Necesitaba sentirse él mismo otra vez, quería levantarse sin ganas de llorar o sin el deseo de arrojarse por la ventana. Claro que era feliz de haber terminado con una situación tan horrorosa, pero era como caminar a lo largo del infierno.

 

Desde 2011, Niggemeyer dejó la policía y tiene un empleo que pocos conocen. Esto lo ha ayudado a mantenerse cuerdo y a salir adelante poco a poco, demostrando que una tragedia puede llevar a otra mucho peor y esta a su vez, ser una chispa que haga explotar cada sentimiento, cada tristeza y cada miedo del alma humana.