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¿Y si los españoles hubieran caído en Tenochtitlan? Este videojuego expone el tema
La historia tradicional de la Conquista de México relata la caída de Tenochtitlan frente a los españoles, pero un videojuego ha llegado para desafiar esa versión.
Con ello, desea mostrar el lado triunfal de los pueblos originarios en la caída del imperio azteca.
«Yaopan. Una historia de la Conquista» remite a un pasaje polémico de ese periodo, simbolizado en la caída de México-Tenochtitlan, la gran ciudad del imperio mexica o azteca, ocurrido hace 500 años.
Cuando los españoles desembarcaron, los mexicas estaban en guerra con varias culturas indígenas que querían poner fin a su dominio.
Entre ellas estaban los tlaxcaltecas, que terminaron aliados con Hernán Cortés para tomar Tenochtitlan en 1521.
Lejos de una versión de «buenos y malos», el videojuego reedita Tenochtitlan a partir de nuevos estudios históricos, como el de un lienzo del siglo XVI que plasma, en 87 dibujos, las batallas libradas desde la perspectiva vencedora de los tlaxcaltecas.
La o el jugador puede elegir entre 2 avatares (princesa o un guerrero indígena) para pelear inicialmente con «seres extraños», como son denominados los soldados españoles.
Luego se alían para luchar contra los aztecas y otros pueblos hasta llegar al corazón del imperio.
Cada uno de los 8 niveles de esta producción, que podrá ser descargado en teléfonos celulares, recrea la vida de esas naciones con sus volcanes, ríos, templos ceremoniales, flora y fauna.
Mito de traición
«Yaopan» está diseñado por un equipo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El grupo se conforma por programadores e historiadores; intenta desmitificar una narrativa que puso el sino de «traidor» al pueblo tlaxcalteca, una nación independiente en guerra contra el imperio.
«Aprovecharon la llegada de los españoles, se aliaron y junto con ellos conquistaron México-Tenochtitlan», explicó el historiador Federico Navarrete, estudioso del lienzo que inspira el videojuego.
«Yaopan», que en idioma náhuatl significa «donde nace la guerra», muestra la travesía que siguió esa fuerza por Tlaxcala y Cholula en su expansión hacia Tenochtitlan.
Para ello se hizo una reconstrucción digital de personajes, paisajes y simbología indígena.
Los niveles reflejan «8 grandes capítulos del lienzo». Entre ellos está el arribo de los españoles, las alianzas matrimoniales y el pacto de guerra, detalla Emmanuel Castro, de la firma Bromio.
Indígenas conquistadores
Así, el videojuego, que estará disponible para el público desde el 23 de septiembre, muestra el rol de los indígenas como conquistadores en Tenochtitlan.
La historia de los tlaxcaltecas contada por ellos mismos en el lienzo «es la de una alianza y no la de una derrota», afirma Navarrete.
Ese códice fue manufacturado en 1552 para dar cuenta a la corona española de la colaboración de los tlaxcaltecas, lo que les aseguró ciertos privilegios.
Presenta la primera versión completa de la Conquista que abarcó desde México-Tenochtitlan hasta Pánuco y Baja California en el norte. También en Guatemala, El Salvador y Nicaragua en el sur, refiere el investigador.
Los 3 originales, en tela de algodón y de 2 metros de ancho por 5 de alto, están extraviados, pero se conservan 4 copias en México y Estados Unidos. La pictografía también está plasmada en murales de la ciudad de Tlaxcala.
«La dimensión del lienzo es una forma de proyectar poder. No es la obra de un pueblo sometido que pida un favor, sino de un pueblo triunfador que demanda reconocimiento», subraya Navarrete.
El videojuego, que estará en el sitio mexico500.unam.mx, resalta el papel de la mujer en la Conquista.
Esto lo realiza con los avatares de Tecuelhuetzin (conocida como Luisa Xicoténcatl, que luchó junto al ejército vencedor) y Malintzin, quien jugó un papel clave como intérprete de náhuatl.
«La alianza matrimonial entre tlaxcaltecas y españoles se da a través de las mujeres nobles, algo que luego será parte de su estrategia militar», apunta el historiador Antonio Jaramillo.
Como parte del proyecto se prevé traducir los diálogos de «Yaopan» al náhuatl, específicamente a la variante de Tlaxcala. También al otomí, la segunda lengua indígena más hablada en el centro de México.