bittermoon
Estas películas harán que tú y tu pareja tengan una noche loca
El cine erótico es de lo más llamativo y excitantes. ¿Por qué? Somos curiosos y nos gusta ser testigos de la oscuridad en las relaciones de pareja, que muchas veces llegan a tornarse verdaderamente sádicas, masoquistas e incluso peligrosas y violentas. Tal vez esto nos gusta por ser una manera de probar, al menos en nuestra imaginación, ciertos límites a los que las personas llegan; nos gusta jugar en nuestra mente a ser domadores, dominados o ambos, y la ficción nos lo ofrece de una manera segura.
Advertimos que la siguiente recomendación no sólo se trata de películas sobre sexo, ya que el cine erótico va más allá, es una mezcla ácida y a veces explosiva de pasión, amor y sexo, por lo que se exhorta a quien se acaba de decepcionar al leer estas líneas, y creer que se trataban de cintas pornográficas.
Las siguientes cinco películas exponen el sexo como un catalizador de las relaciones amorosas, muy aventuradas y desenfrenadas, las cuales atentan a las “buenas costumbres” y a la conciencia, transgreden los límites del sentido común, de la ética, de la lealtad e incluso de la ley. Estos títulos demuestran que por “amor” se puede llegar a derramar más hiel que miel, y se enlistan de menor intensidad a mayor o, mejor dicho, de menor desastre a tragedia mayor.
1. «9 semanas y media» (1986) — Adrian Lyne
Tenemos tres razones imprescindibles para ver esta película: 1) Mickey Rourke y su personaje como John, un joven bien parecido, millonario, sexy y con gustos peculiares (no, no es «50 sombras de Grey»), quien se interesa en una mujer de aire fresco y para nada acaudalada, 2) Kim Basinger interpreta a Elizabeth, una divorciada, tierna y sensual mujer que se deja seducir por John, y pronto cede a los retos sexuales que suben de tono e intensidad en cada encuentro; cabe señalar que una de las mejores escenas es cuando le hace un striptease a su pareja al ritmo de “You Can Leave Your Hat On” de Joe Cocker, que seguro muchos han querido replicar, y 3) los juegos entre la pareja suben de intensidad, desde la pasión, sadismo pícaro, hasta organizar un trío con una prostituta sin consultarle a Elizabeth, ¿bonita sorpresa, no?; sin embargo, para él no resulta como lo imaginó, en cambio, ella queda destrozada, desconcertada y confundida, y … te retamos a ver el final.
2. «Luna Amarga» (1992) — Roman Polanski
Dos parejas se conocen en un crucero, una de ellas joven, y al parecer un matrimonio perfecto y envidiable —interpretado por Hugh Grant como Nigel y la fabulosa Kristin Scott Thomas como Fiona—; la otra pareja, conformada por un hombre mayor de 40 años y en silla de ruedas que responde al nombre de Óscar (Peter Coyote), y Mimí (Emmanuelle Seigner), una despampanante chica que no parece rebasar los 20. La historia de esta pareja inusual se la narra Óscar a Nigel, quien se interesa cada vez más con lo que escucha: atracción irresistible, sexualidad intensificándose cada noche, cada mañana, cada tarde y cada hora gris. Esta forma de contar la historia hace que el espectador y Nigel se vuelvan una sola persona, un personaje curioso, excitado e intrigado por los relatos sexuales que incluyen striptease, la manera más erótica en la que una mujer puede tomar leche de vaca, sadomasoquismo y lluvia dorada. Después de tanto sexo entre ambos, Óscar cuenta cómo, de manera inevitable, se desencadenó el tedio entre ellos, acompañado de abandono, maltrato, crueldad, violencia, y una tragedia que es mejor no revelar, de esas que suceden cuando se rebasa el límite del placer hasta perderlo, y es que los protagonistas se «quisieron demasiado».
3. «Betty Blue» (1986) — Jean Jacques Beineix
La historia comienza con una «penetrante» relación, sin que esto se refiera sólo a las relaciones sexuales entre los protagonistas, sino a una penetración de almas entre dos extraños que al conocerse, el enamoramiento y la pasión son inevitables. La película resalta en su fotografía la sensualidad de la actriz francesa Beatrice Dalle, quien interpreta a Betty, una joven que al inicio parece tener una personalidad excéntrica y apasionada, y se enamora de Zorg (Jean Hugues Anglade); sin embargo, ella comienza a comportarse de manera extraña.
Cualquiera, en lugar de Zorg, huiría, pero su amor es tan leal que a pesar de la personalidad limítrofe de Betty y sus arrebatos peligrosos, decide quedarse con ella aunque lo ponga en verdaderos aprietos. El desenlace se vuelve un espectáculo desgarrador que consiste en una Betty autodestruyéndose y un Zorg dispuesto a hacer lo que sea por su amada. Todo concluye con un amor crudo, que desangra por dentro y es más real que cualquier novela de Jane Austen.
4. «Shame» (2011) — Steve McQueen
Una de las mejores actuaciones de Michael Fassbender, quien encarna al personaje de Brandon, un hombre de 30 años exitoso, atractivo, soltero y solitario adicto a la pornografía y al sexo. Aunque no es claro el pasado de Brandon, su relación con su hermana Sissy lo persigue hasta la ciudad de Nueva York. Pero algo sucede con él: no puede involucrarse con ninguna mujer más allá de un encuentro de sexo casual. Incluso cuando parece ser que esto cambiará, cuando el personaje se interesa en una compañera de trabajo, con quien llega a intentar tener más de dos citas; al final, sucumbe ante sus fantasmas y abre paso a una sexualidad cada vez más ansiosa, desesperada y abierta, perdiendo la lucha interna contra un pasado anónimo para el espectador, pero a la vez incestuoso. Fassbender nos regala un personaje que se contiene en la vida social, pero que se derrama en la vida sexual, siendo para éste imposible lograr un equilibrio entre estos dos aspectos, lo que le obstaculiza ser el hombre pleno en la gran ciudad, como lo promete la famosa canción ‘New York, New York’.
5. Las edades de Lulú (1990) — Bigas Luna
Trata de las experiencias sexuales de Lulú (Francesca Neri), en las distintas etapas de su vida marcadas por su primer amor, Pablo (Óscar Ladoire), el mejor amigo de su hermano, quien como un adulto joven, apuesto y universitario, le ofrece a esta quinceañera el amor y el placer servidos en el mismo plato del abuso y del dolor; Lulú, ingenua, curiosa y cegada por el enamoramiento, lo toma mientras el espectador se aguanta las ganas de entrar a la pantalla y ahorcar a este abusador. Tiempo después, una Lulú mayor y experimentada se reencuentra con su inolvidable Pablo, pero éste vuelve a engañarla con su imagen, ahora la de un prometedor hombre apuesto, y la hace su esposa. La perversidad de Pablo se revelará al pasar los años, quien presiona a su esposa para que ceda ante distintas experiencias sexuales, cada vez más inusuales y enfermas, en las que llegan a ser partícipes en tríos con una pareja transexual.La tolerancia de Lulú ante algunas de estas situaciones provoca que nos preguntemos qué buscan los protagonistas: amor disfrazado de sexo o sexo disfrazado de amor; por lo que ante esta confusa interrogante es inevitable conmoverse con las consecuencias de la vida que elige Lulú.