la familia que me adoptó
La familia que me adoptó
La familia que me adoptó
La conocí en Oaxaca, en el hotel del centro de la ciudad. Era delgada, sonriente y muy arreglada.
Una blusa oaxaqueña y pequeñas pulseras de perlas colgaban de sus muñecas.
Sus amigos, incluido mi papá, la llamaban “La Sirenita”. Su nombre: Irene.
En esos momentos sólo me interesaba escucharla a ella, su historia, su valentía, su calidez.
Admiración me emanaba de los poros. Gigantes olas de amor y cariño desbordaban de mí.
Ella es todo lo que una amiga, tía y madre es (y debería ser).
Me hablaba de sus hijos y de su historia. Yo la volví parte de mí, como si la conociera desde siempre, y tomé a sus hijos como su familia, aun sin conocerlos.
Mi papá tiene muchos amigos pero nunca me había sentido así con ninguno de ellos.
En realidad, la mayoría siempre me hizo sentir un poco incómoda y fuera de lugar.
Pero ella me quería, simple y llanamente. Sin saber de mí, también sentía lo mismo, de esas atracciones mentales que se producen en otras vidas.
No sé si ella crea en eso, pero yo sí y estoy segura de que así fue.
¿Sabes? De esas veces que le preguntas a tus papás por qué ella no es tu madrina, en vez de toda la bola de inútiles que se olvidaron de ti después de las ceremonias.
“La Sirenita”
Ya sé, ya sé, en estos días nadie se toma eso en serio, pero a mí me importa mucho.
Y así fue como “La Sirenita” se volvió parte de mi ser… Mi oaxaqueña favorita.
A “Neto” (Ernesto), su hijo mayor, lo conocí en una fiesta años después y el clic fue instantáneo.
Es extraño, como si hubiéramos sido amigos en otra vida. Algo así como mi hermano mayor.
Bailarín, deportista, sensible, de carácter fuerte y analítico. Ese que se avienta a todo y el que dice “jalo”.
Protector, el que nunca te dejaría sola por nada del mundo.
Literal, neteamos y lejos de venir con palabras lastimeras, me dice el punto objetivo de las cosas. Es de esas almas que necesitas para avanzar.
Fuera de todo eso, nunca lo puedo “leer” y eso a veces me saca de quicio.
Por otro lado, “Sony”, pequeña de estatura pero grande de carácter, es la hermanita menor que siempre me hizo falta, con puntos de vistas acertados y cortos.
Nada de andarse por las ramas.
Fuerte por dentro y por fuera, pero con el aspecto de una muñeca de pastel.
“Sony” no tiene tiempo para juegos; estás o no estás. Ella es y punto.
Familia adoptiva:
“Sirenita”, si lees esto, quiero decirte lo siguiente: gracias por demostrarme lo que es el amor incondicional, la lucha y el salir adelante sin importar qué.
Gracias por nunca darte por vencida, por cocinar rico y por escucharme desde los oídos de una madre.
Gracias por contarme historias de mi papá en su juventud, hacerme sentir bien conmigo misma y por enseñarme Oaxaca a través de tus ojos.
Ernesto, gracias por estar, por tu paciencia y todas las risas. Por siempre acceder a turistear conmigo y saber que siempre estarás.
“Sony”, eres increíble. Tenerte como aliada y amiga es lo mejor que me pudo ocurrir. Aquí me tienes.
La vida puede poner muchos caminos enfrente de ti, pero ten por seguro que lo que te queda es la gente que te adopta como familia y los amigos que te cuidan y enseñan sin esperar nada a cambio.
“La Sirenita”, “Neto” y Sonia son eso para mí…
Gracias por ser mi escape.
Abre tu corazón a ver más allá de tu nariz y encontrarás gente que se cosa a tu corazón como parches y restaure las heridas.
Eso es lo que ustedes son para mí.
Mi Oaxaca, mi familia y, por siempre, parte de mi corazón.
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