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«De Profundis», la carta que Oscar Wilde escribió a su amante desde la cárcel
Oscar Wilde, uno de los más grandes escritores del Reino Unido de todos los tiempos, falleció el 30 de noviembre de 1900.
Wilde conoció la fama gracias a su impecable destreza para escribir y transmitir emociones; sin embargo, también tuvo una vida llena de tormentos y soledad. En un tiempo en el que la homosexualidad no era aceptada, Wilde fue a prisión luego de que se diera a conocer su relación con Alfred Douglas, también conocido como Bosie.
Douglas, un joven acomodado, era hijo del noveno marqués de Queensberry, mundialmente conocido por escribir las reglas modernas del boxeo.
En 1895, cuando Wilde tenía 45 años, fue enviado a la cárcel de «Reading» por una disputa entre Douglas y su padre, en la que se le acusaba al escritor de sodomía.
Así, el ya maduro Wilde vivió un cambio radical en su vida. De ser un reconocido escritor con un peculiar estilo para vestir, pasó a un preso, sin la posibilidad de recibir visitar y siendo juzgado por su vida personal.
«De profundis», la carta que Wilde escribió a Douglas desde la cárcel
Tras dos años de estar en la cárcel (1897) y sin recibir alguna muestra de interés por parte de Bosie, Oscar Wilde empezó a escribir una carta (epístola) para quien, en ese momento, ya consideraba su «examigo».
En ella, Wilde desnudó su alma, «tanto por ti como por mí», le dice a Douglas, «pues no me gustaría pensar que he pasado dos largos años de prisión sin recibir de ti ni una sola línea, ni noticia, ni mensaje que no me diera dolor», se lee.
Tras exponer sus deseos personales, donde habla del miedo, la decepción, la angustia y la ansiedad que le produce estar tras las rejas, Wilde se dispone a explicar lo que para él era la razón que lo llevó a vivir tan grandes tragedias.
«No me cabe duda de que en esta carta en la que tengo que escribir de
tu vida y la mía, del pasado y el futuro, de cosas dulces que se tornaron
amargura y cosas amargas que pueden trocarse en alegría, ha de haber
mucho que hiera tu vanidad en lo vivo», dice la epístola.
El declive de Oscar Wilde
Una vez avisado el lector de lo que viene, el escritor británico nos lleva por un viaje en el que conocemos la razón de su encarcelamiento, cómo medía el tiempo desde prisión y todo lo que perdió durante ese periodo.
Pues no solo perdió su libertad, a su amor Bosie; también perdió la custodia de sus hijos, su fortuna y el control para vender su obra.
Con un ritmo desgarrador, Wilde explica cómo dentro de la cárcel solo podía medir el tiempo a través de las punzadas de dolor que sufría.
Asimismo, recuerda a Bosie todas las veces que lo despojó de dinero para saciar sus deseos, y Wilde aceptaba por estar cegado de amor. Sin embargo, esto lo llevó, poco a poco, a la bancarrota.
«A pesar de tu conducta hacia mí, siempre he sentido que en el fondo me amabas», confiesa Wilde tras reclamar todas las veces en las que no le importó lo monetario con tal de ver una sonrisa en Douglas.
Finalmente, Wilde escribió:
«Me di cuenta que la vida era una tragedia asquerosa y horrible, y que la ocasión siniestra de la gran catástrofe eras tú mismo, sin esa máscara de alegría y placer que a ti y a mí nos sedujo y nos descarrió».
Los años finales de Wilde
Quizá lo más triste de esta epístola, es que a Wilde no le permitieron mandar ni recibir cartas mientras cumplía con su sentencia, por lo que solo pudo guardar el borrador de «De profundis» hasta que estuvo en libertad.
Una vez fuera de la cárcel, Wilde confió sus escritos al periodista Robert Baldwin Ross, quien hizo copias de ellos («La balada de la cárcel de Reading» y «De Profundis») para esperar el momento indicado de publicarlos.
Tras salir de «Reading», en 1987, Wilde intentó darle un giro a su vida; cambió su nombre a Sebastian Melmoth. Sin embargo, su intento solo duró 3 años, pues el 30 de noviembre de 1900, el escritor falleció.
Si quieres consultar la carta completa que Wilde escribió a Douglas, el gobierno de Coahuila la tiene publicada en su sitio.