Siqueiros y trotsky
La noche que Siqueiros intentó asesinar a Trotski
¿Sabías que David Alfaro Siqueiros intentó asesinar a León Trotski, cuando el ruso se refugió en la Ciudad de México?
El 24 de mayo de 1940, un grupo de 20 personas armadas irrumpió en la casa de Trotski, ubicado en la calle Viena, en Coyoacán, de acuerdo con Leonardo Padura, investigador de la muerte del ruso.
El comando estaba liderado por Siqueiros, el reconocido muralista mexicano, quien creía que el revolucionario ruso filtraba información a Estados Unidos.
León Trotski llega a la Ciudad de México gracias a Diego Rivera
León Trotski fue, junto con Vladímir Lenin y Iósif Stalin, la fuerza intelectual y política de la Revolución bolchevique
Sin embargo, tras la muerte de Lenin, Stalin logró acaparar más poder y reducir la oposición dentro del Partido Comunista ruso. Esto incluía a Trotski, quien tuvo que huir.
Gracias a la intervención de Diego Rivera, el presidente Lázaro Cárdenas le otorgó asilo político en México, en 1936.
Trotski, de origen judío, vivió algún tiempo en la casa azul de Rivera y Frida Kahlo; sin embargo, debido a la aventura que presuntamente tuvo con la pintora tuvo que cambiar de residencia.
Siqueiros, el muralista comunista
En ese entonces, Siqueiros ya gozaba de reconocimiento por sus murales.
Como miembro del Partido Comunista fue perseguido, encarcelado en Lecumberri y exiliado.
Fundó la Escuela Experimental Siqueiros en Nueva York. Los talleres del mexicano atrajeron a artistas como Jackson Pollock y Óscar Quiñones.
Durante esos años en Estados Unidos, Siqueiros realizó varias obras como Eco de un grito (1937) y El suspiro (El sollozo) (1939), ambas exhibidas actualmente en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
El atentado que casi termina con la vida de Trotski
A pesar de sus inclinaciones políticas izquierdistas, Siqueiros y Trotski tenían muchas diferencias. El muralista consideraba la casa del ruso como un centro político antimexicano. Calificaba a Trotski como un “simulador del marxismo verdadero” y creía que enviaba documentos a Estados Unidos.
Según algunos escritos encontrados en la casa del pintor mexicano ubicada en Polanco, el atentado del 24 de mayo de 1940, fue un esfuerzo para recuperar esos documentos, no para asesinar a Trotski.
Alrededor de 200 balas fueron disparadas aquella noche.
Trotski, su esposa Natalia y su nieto, Seva, sobrevivieron al ataque, aunque el pequeño fue herido levemente en un pie.
El guardaespaldas del ruso, Shelton Harte, fue secuestrado y asesinado de un tiro en la cabeza. Encontraron su cuerpo tirado en un camino del Desierto de los Leones.
Trotski mandaría poner una placa en su memoria; sin embargo, tiempo después, se supo que Harte era un espía soviético que conspiró con Siqueiros para llevar acabo el atentado. Algunas versiones sostienen que fue asesinado porque cambió de opinión momentos antes del ataque.
Después de la balacera en Coyoacán, el muralista huyó del país. Se refugió en Chile, gracias, supuestamente, a la ayuda del escritor Pablo Neruda.
Trotski y su familia sobrevivieron al ataque
Tres meses después, otro infiltrado enviado por Stalin logró entrar a la casa de Trotski y asesinarlo.
Ramón Mercader (alias de «Jacques Mornard») se ganó la confianza de una de las secretarias de Trotski, Silvia Ageloff, con quien, incluso, inició un noviazgo formal. Así, Mercader logró infiltrarse en su círculo íntimo.
Aunque tenía estrictas medidas de seguridad, el mismo Trotski se negaba a seguir los protocolos y permitía que Mercader entrara y saliera de la residencia sin registrarse.
El 20 de agosto de 1940, a las 5 de la tarde, Ramón Mercader llegó a la casa de Trotski, pidió agua, subió al despacho donde estaba Trostki y le asestó un golpe en la cabeza con un piolet.
Trotski lo derribó, corrió hacia su esposa y le comunicó la identidad de Mercader. Este acto fue el último en la vida del ruso, quien cayó en coma y murió el día siguiente.
Los funerales de León Trostki se realizaron en la capital mexicana; mientras que su asesino fue condenado a 19 años de prisión. Un año después de ser liberado, Mercader recibió, en 1960, la condecoración de Héroe de la Unión Soviética y regresó a su país.
En su libro «El hombre que amaba a los perros», Leonardo Padura asegura que el asesinato de Trotski «fue un crimen ideológico, simbólico».