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xoloescuincle historia | Coolture decorative

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Del Mictlán hasta tu casa: esta es la historia del xoloescuincle, uno de los perros más fieles

Por: Armando Tovar

El xoloescuincle es un perro muy peculiar y su historia está impregnada de anécdotas y hasta mitos.

Su nombre, que se compone por las palabras en náhuatl «xólotl» (esclavo, extraño o deforme) e «itzcuintli» (perro), no le hacen «justicia» a su importancia no solo en la cultura, sino en nuestra vida.

En este Día de Muertos, te platicamos sobre este perro que hasta ha aparecido en películas tan famosas como «Coco».



Características del xoloescuincle

Jorge Alvarado, criador de esta especie en Xolos Tarango, explica en entrevista que el xoloescuincle es un perro primitivo, es decir, donde el ser humano no participa en su nacimiento.

«Se asentó en México en la cuenca del Río Balsas, entre Michoacán y Guerrero, que es la zona más caliente del país. Ese perro tiene dos variedades: uno totalmente pelón, que es el que la gente conoce, y uno totalmente cubierto de pelo, que es desconocido, e inclusive, es despreciado», asevera.

La Asociación Canófila Internacional solo reconoce a los que no tienen pelo.

Alvarado, quien se dedica al cuidado de este animal, detalla que el xoloescuincle no debe ser confundido con el perro de Colima.



«Es canino, pero es otra especie. No hay que confundirlo. Ese desapareció hace más de 1,000 años y se conoce por sus ‘figuritas’ de barro tan hermosas y costosas», precisa.

Los xolos «competían» en esa época con más perros; se utilizaban para carga y otros menesteres. Con los años, desaparecieron.

Los mitos

Una de las anécdotas más comunes en la historia sobre el xoloescuincle es la relacionada con el Mictlán.

«Se dice que el xoloescuincle color rojo o bermejo acompañaba al difunto, pero solo a los que morían de forma natural, y los llevaba al Mictlán. Ahí descansaban las personas que se habían portado bien. Ese perrito llegaba acompañando al difunto y él debía cruzar un río y nueve estaciones de mucho peligro: barracas, desiertos, entre otros. El canino lo iba dirigiendo y protegiendo», afirma el criador de Xolos Tarango.

Solo había un «pero»: si la persona fallecida había tenido un mal comportamiento con los animales, no avanzaba en su camino al descanso eterno.

«El recorrido de los nueve puntos duraba cuatro años. Lo notable de eso es que se traslada al rosario, en el novenario», asegura.

Esto también está documentado en obras como «La Divina Comedia», de Dante Alighieri.

«Hay códices, como el Vaticano, donde muestra la existencia de los xoloescuincles», agrega Alvarado.

Xoloescuincle al borde de la extinción

De acuerdo con México Desconocido, aunque fue muy venerado en la época prehispánica, sufrió una «persecución» en la Nueva España, cuando se determinó exterminar a los animales nativos de dicho territorio.

«Así como cuando la Iglesia ordenó el asesinato de gatos en la Edad Media por creerlos seres diabólicos, la Corona española dictaminó durante el siglo XVII acabar con los perros nativos de la Nueva España. Debido a esto, los perros mexicanos sin pelo fueron envenenados. Como consecuencia, estas razas fueron llevadas al borde de la extinción», detalla la revista.

Durante siglos, el xoloescuincle se creía casi perdido, pero la historia cambió a mediados del siglo XX.

Su recuperación

«El xoloescuincle ya se daba por perdido, hasta que un extranjero antropólogo vino a México a buscar unos (ejemplares) y fue a Guerrero a buscarlos; pagó para que se buscaran en las zonas más apartadas de los montes. Consiguió 100 ejemplares y los trajo a (Ciudad de) México. Esto fue en 1952», cuenta Jorge Alvarado.

Posteriormente, los xolos llegaron con la veterinaria Irene Yoys en Coyoacán quien, con ayuda del libro «Historia general de las cosas de la Nueva España», de Fray Bernardino de Sahagún, pudo fomentar una buena calidad de vida y su reproducción.

«Hizo una selección y escogió a los ejemplares que se parecían a lo que estaba viendo. Empezaron a reproducirse y vio que nacían en tres tamaños: miniatura, pequeño y grande. Que nacían con pelo y sin pelo y en tres colores: negro, rojo y pinto», expone.

Gracias a que Yoys pertenecía al grupo intelectual de la zona, donde también estaban Frida Kahlo y Diego Rivera, impulsó su adopción y, con ello, su fama no solo en la capital del país, sino en el mundo.

«La revista LIFE publicó un artículo: ‘el perro azteca sobrevive’. En realidad no era solo un perro azteca, porque tiene 8,000 años de antigüedad. No solo ellos lo conocieron (…). La prueba está en que hay reproducciones en piedra y barro», comentó.

Quiero un xoloescuincle. ¿Qué necesito para darle una buena calidad de vida?

Si después de dar un «paseo» por la historia del xoloescuincle quieres adoptar uno, es importante que sepas que el perro es considerado de servicio, es decir, puede asistir a las personas que lo necesiten. Esto en especial a quienes padezcan enfermedades psicológicas como depresión.

«Son animales muy pegados a su gente. Si tienes acceso a un xolo, el xolo se enamora de ti. Nunca te va a dejar», cuenta Jorge Alvarado.

Este perro se comunica, más allá de los ladridos, con aullidos, por lo que no debe extrañarte que tenga ese comportamiento.

Respecto a su trato, el criador de Xolos Tarango, explica que no necesita cuidados especiales (es importante que, como a cualquier mascota, le lleves al veterinario y lo alimentes saludablemente), pero sí requiere una cosa: estar siempre acompañado.

«Tú lo dejas solo, te vas a trabajar y el perro ya te destruyó la casa (…). Estuvo llorando, oliendo tus calcetines, se subió a tu cama, lloró y sufrió mucho. Requieren mucho amor, buena alimentación y cuidados veterinarios. No pueden estar solos nunca, son muy desconfiados», finalizó.

Si deseas adoptar o conocer algún xoloescuincle, Xolos Tarango es una de las opciones. Tienen más de dos décadas de trayectoria en el cuidado y reproducción de esta especie. Haz clic aquí para contactarlos a través de redes sociales.

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