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Stranger Things tiene guardado un secreto realmente aterrador
En abril de 2015, Netflix anunció una nueva producción ambientada en los años ochenta. La serie, que iba a ser dirigida por los hermanos Matt y Ross Duffer, abordaría la misteriosa desaparición de un joven en el complejo Montauk (Long Island, Estados Unidos), con la aparición de fuerzas sobrenaturales y una extraña niña, según explicó entonces la plataforma de streaming.
Netflix proyectó que Stranger Things inicialmente fuera Montauk pero lo que iba a ser bautizado como Montauk se desvaneció para dar lugar a Stranger Things, la exitosa serie de Netflix que acaba de estrenar su segunda temporada y que nunca llegó a olvidar el proyecto original. Aquella primera iniciativa se inspiró en un relato de ciencia ficción publicado en 1992 por Preston B. Nichols y Peter Moon, que dio lugar a múltiples teorías de la conspiración.
El libro, titulado The Montauk Project: Experiments in Time, recopilaba una serie de sucesos que incluían viajes en el tiempo desde Camp Hero, la Base Aérea de Mountak, situada en el extremo este de Long Island, en el estado de Nueva York. La novela estaba escrita en primera persona, describiendo unos extravagantes viajes en el tiempo que presuntamente había protagonizado Nichols.
El escritor aseguraba que su relato se basaba en sus propios recuerdos, tras reprimirlos durante años. La publicación del libro dio lugar a todo tipo de teorías conspiranoicas, que denunciaron la supuesta participación del Gobierno de Estados Unidos en estos experimentos psicológicos. A pesar de no haber presentado ningún tipo de evidencia desde que publicaron su obra, Nichols y Moon siguen defendiendo la existencia del proyecto Montauk, difundiendo bulos acerca de la ciencia detrás de los viajes en el tiempo que dicen haber realizado.
La base aérea fue abandonada a finales de la década de los sesenta; sin embargo, Nichols y Moon afirman que en Camp Hero se realizan experimentos con una financiación de origen desconocido. Su historia recuerda mucho a lo sucedido en el ficticio Laboratorio Nacional Hawkins, localizado en Indiana, y que guarda una extraña vinculación con el Departamento de Energía de Estados Unidos, según la popular serie de Netflix. Fenómenos paranormales, experimentos para el control de la mente y control del espacio-tiempo son algunas de las características que también comparten ambas instalaciones.
El proyecto Montauk fue la continuación del supuesto experimento Filadelfia, que se llevó al cine en 1984
El origen del proyecto Montauk y del complejo en Hawkins es otro de los detalles que tienen en común. Mientras Stranger Things plantea que el laboratorio federal creado por los hermanos Duffer surgió tras la II Guerra Mundial, la iniciativa en Long Island nació, de acuerdo al relato ficticio de Nichols y Moon, como continuación o extensión del experimento Filadelfia. Este supuesto proyecto secreto, basado únicamente en los testimonios de Carlos Allende, señaló al buque USS Eldridge (DE-173) como lugar donde se llevaron a cabo los estudios. Aunque la historia nunca ha sido demostrada, su gran popularidad hizo que Stewart Raffill dirigiese la película homónima, que se estrenó en 1984, basada en una novela anterior de Charles Berlitz y William L. Moore.
Según Allende, el objetivo era desafiar las teorías de Albert Einstein y de Nikola Tesla para así transformar al destructor escolta de la Armada estadounidense en un objeto completamente invisible frente a los radares enemigos. El bulo, que incluía un supuesto teletransporte a plena luz del día del barco hacia el puerto de Norfolk, en el estado de Virginia, situado a 600 kilómetros de distancia, terminó con la cesión del buque a Grecia. Las afirmaciones de Allende nunca fueron demostradas, pero esta primera leyenda sirvió como base para una imaginativa continuación de la historia a través del también ficticio proyecto Montauk, en el que se inspiró posteriormente la aclamada Stranger Things.